España está de celebración

No soy futbolero ni demasiado patriota, pero, sin embargo, mis ojos no pudieron despegarse de la pantalla una calurosa noche de julio como la de ayer. Fue algo grande, muy grande, España en la final del Mundial. Tras casi dos horas de sufrimiento, juego sucio e ineptitud arbitral, se hizo justicia. Iniesta marcó el gol de la victoria a cuatro minutos de los penalties. España vibró, saltó y se sintió feliz por haber conseguido aquello que nunca había conseguido. Las piedras en el camino sólo hicieron que la victoria supiera mejor, más dulce. Y no me avergüenza decir que me emocioné cuando el árbitro pitó el final, cuando vi las lágrimas de Casillas, cuando vi a jugadores de equipos rivales aquí en España hermanados celebrando, no sólo por una victoria, si no por LA victoria.

Aquí en Catalunya hay sentimientos encontrados: independentistas mosqueados colgando sus esteladas en los balcones, gente que ni les va ni les viene, y gente que celebra la victoria de su país. Que no se me malinterprete, cada uno que tenga sus ideas sobre Catalunya. Al margen de si somos una nación o no, amo a Catalunya, respeto a Catalunya y me cabrea que cierta gente tenga una idea equivocada de Catalunya en otras autonomías. Hay gente que desea la independencia, me parece correcto, cada uno con lo suyo, pero hay gente (poca, todo hay que decirlo) muy intolerante. Siempre he defendido y defenderé el catalán. Estoy muy agradecido por haber tenido una educación bilingüe (aparte del inglés y el francés, que también se da en nuestras escuelas). El saber no ocupa lugar, y conocer lenguas enriquece el espíritu y abre la mente. Pero siempre existe la figura del típico capullo que, cuando alguien no entiende el catalán y se expresa en castellano, le contesta únicamente en catalán. Catalunya es una autonomía (o nación, si algunos lo prefieren así, aunque está por ver) multicultural con la suerte de tener dos idiomas oficiales (aparte del aranés, que se habla en la Vall d'Aran). Debemos defender nuestras lenguas y luchar, por supuesto, para que no se pierda el catalán, pero sin imponerlo (cosa que hizo el Franquismo con el castellano). Demos otra imagen al resto de España y seamos un ejemplo de tolerancia. Que cuatro mataos no hagan que se nos vea como se nos ve al otro lado de nuestras fronteras.